Se fomenta un aprendizaje profundo y reflexivo (alumnos que aprenden para aprender), alineado con la etapa propia de la adolescencia. Los estudiantes participan en proyectos complejos que requieren investigación y análisis crítico, promoviendo la autodisciplina y la constancia. Se enfatiza la importancia de la interdependencia social y la responsabilidad individual, preparando a los jóvenes para asumir roles de liderazgo y compromiso social.

Además, se integra el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como herramientas clave para enriquecer el proceso de aprendizaje, permitiendo a los estudiantes acceder a una amplia variedad de recursos digitales y desarrollar competencias tecnológicas esenciales. El acompañamiento psicopedagógico asegura que cada estudiante reciba el apoyo necesario para su desarrollo emocional y académico, adaptándose a sus necesidades individuales.